domingo, 1 de enero de 2012

Prólogo

Ella no quería ni fama, ni riqueza, ni un novio guapísimo… Nada de eso. Ella solo quería salir de esa dichosa casa de una vez.

Se dejó caer sobre la cama y se tapó la cara con una almohada para no escuchar los gritos de su madre y de su tía. Siempre igual, todos los santos días. Aunque tenía el consuelo de que en un par de meses conseguiría la mayoría de edad y se iría a estudiar lo más lejos posible de esa familia no creía poder aguantar tanto tiempo. En momentos como esos lo único que quería era llorar, gritar, coger la furgoneta vieja de su difunto abuelo e irse muy lejos de ahí. Desde que su tía se había mudado a su casa todo había empeorado. Todo porque el patético de su novio la había dejado, y con razón. Su padre salía mucho más de casa a “pasear” para no aguantarlo, su hermana se pasaba el día en la universidad o en la casa de su novio pero ella siempre tenía que soportar eso,  sin poder estudiar ni concentrarse en nada, con la música a todo volumen taladrándole la cabeza.

En situaciones como esa se preguntaba qué demonios le había pasado. Ella solía ser la de las mejores notas, la más animada de todas, la que siempre estaba dispuesta a ayudar. Pero ahora todo había cambiado demasiado. Sus notas eran normales, su sonrisa permanente había desaparecido y en vez de ayudar era ella la que necesitaba ayuda aunque jamás fuera a reconocerlo.

Se levantó de la cama de un salto, ignorando los gritos provenientes de la cocina y con una idea clara en mente. Escaparía de ahí fuera como fuese. Rebuscó en la estantería de su diminuta habitación y cogió una libreta forrada en cuero. La dejó caer sobre el escritorio y miró por la ventana que daba a la zona industrial de la ciudad. Abrió la primera página y garabateó con un bolígrafo medio seco “Crónicas de un viaje a…”

Se quedó en blanco, no sabía a dónde iría, no tenía ahorros como para coger un avión e irse tan lejos y no sabría a donde llegaría con la furgoneta destartalada si algún día decidía fugarse de esa casa de locos. Pero si iría de ese lugar aunque no fuera a parar a ninguna parte. Eso era.


“Crónicas de un viaje a ninguna parte. Nyx Santana.”